Luego de atravesar un tramo de 75 kilómetros de estepa patagónica hacia el sur del Golfo Nuevo se llega al antinguo faro de Punta Ninfas, valiosa referencia para los navegantes. A esta altura del paseo se comienzan a ver elefantes y leones marinos que toman sol y retozan en las rocas. Un rato más tarde se llega a El Pedral, una típica estancia patagónica con la particularidad que llega al mar. Construida a comienzos del siglo XX con materiales nobles y mobiliario que llegaba en barco desde Europa y desembarcaba en la costa de la mismísima estancia. Fue inaugurada en 1923 y a pesar del paso del tiempo conserva la estética de antaño en los cuartos y salas de estar con pinturas y fotos de pioneros de la Patagonia. Luego de conocer la casona y su historia, hay una salida para observar la vida cotidiana de una colonia de pingüinos magallánicos. Llegado el mediodía es hora de regresar a la estancia: el cordero asado está servido. También, una variedad de ensaladas, postres y café. Después de almorzar se contempla un rato de tiempo libre para caminar por la orilla, disfrutar de la piscina, los juegos para niños, y antes de regresar a Puerto Madryn, una taza de té o café con una porción de torta galesa.